JUNTAS DE NEJI
Contactos: Aurora Meza, Yolanda Meza, Josefina López


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La comunidad Kumiai de Juntas de Nejí es la comunidad indígena que está más al norte de Baja California, situada dentro de la municipalidad de Tecate. Nejí está dividida geográficamente en dos polígonos separados, los cuales se extienden relativamente cerca de la frontera internacional y dentro de la cuenca del Río Tijuana. Los clanes de Nejí históricamente han compartido fuertes lazos familiares y lingüísticos con los grupos Kumeyaay (o Tipai) del Condado del sur de San Diego tales como Campo y Jamul. Lindando en el polígono oeste con Nejí está el poblado tradicional Kumiai de Peña Blanca, un poblado vecino no oficial que no es reconocido por el gobierno mexicano. El terreno montañ oso de Nejí incluye amplias áreas de altos chaparrales, encinales, afloramientos graníticos, pinos en algunas áreas, cipreses Tecate y otra flora indicativa de la transición a mayores altitudes de la sierra adyacente. Las fuentes de agua son escasas, usualmente consistiendo de pequeños manantiales o pozos poco profundos; ambos son usados como agua potable y para la irrigación por gravedad a pequeña escala.

La mayoría de los habitantes de Nejí se han cambiado a Tecate, Valle de Las Palmas, El Testerazo, El Hongo o áreas urbanas más grandes para buscar empleo, aunque muchos de ellos mantienen contacto con su comunidad y expresan interés en regresar a vivir "si hubiera trabajo". Los pocos habitantes que quedan complementan su existencia a través de agricultura, cría de ganado y cualquier otro trabajo temporal en las comunidades mestizas vecinas. La erosión es quizá el problema ambiental más grave de Nejí, especialmente en el polígono este donde el pastoreo a gran escala de ranchos vecinos ha causado un serio agotamiento de follaje y tierra dentro de la cuenca hidrológica.

La calidad y cantidad del agua también representa serios retos, puesto que ninguna de las poblaciones existentes tiene un sistema de agua más sofisticado que el de sacado de agua a mano de cuencas, unas cuentan con paredes de retención encementadas y ninguna con una tapa efectiva, sellos u otra protección. A los residentes se les ha aconsejado que deben hervir su agua o tratar el agua en su defecto, pero usualmente beben el agua sin tratar "por que estamos acostumbrados."

Todos los poblados en la comunidad están situados lejos de la carretera, y son accesibles sólo por caminos de tierra en malas condiciones. Las bellotas son uno de los recursos naturales más importantes utilizados en el área de Nejí, los residentes también dependen de otras comidas silvestres y plantas medicinales así como de la caza ocasional como parte de una estrategia de supervivencia diversificada. Aunque una vez existió una tradición de cestería de junco y sauce en el área, actualmente sólo unas cuantas mujeres ocasionalmente producen canastas.

La tenencia de la tierra es un punto serio para Nejí con su base de población limitada e incluso más aú n para Peña Blanca, debido a la falta de documentos. Ambas comunidades están pasando por una invasión de terreno e intrusión por ejidos vecinos. Un informante de Peña Blanca comentó que los miembros de un ejido vecino interesados en reclamar la tierra para su propio uso han tratado de destruir sitios arqueológicos y otros recursos naturales que puedan fortalecer los derechos de tierra de las familias Kumiai. Uno de los recursos más valiosos de Nejí es la belleza natural de su paisaje y su sensación de lejanía, incluso aunque es la comunidad más cercana a las áreas metropolitanas de Tijuana y San Diego.

SAN JOSÉ DE LA ZORRA
Entrevistados: Rito Silva, Gregorio Montes, Gloria Castañeda


La comunidad está centrada en San José, un pequeño valle remoto situado más o menos a la mitad entre el lugar antiguo de la misión de San Miguel en la Costa Pacífico y el Valle de Guadalupe, también un lugar antiguo de misión y actualmente la región productora de vino más importante de México. La Zorra, otro poblado tradicional ahora ocupado por rancheros vecinos, es otro pequeño valle unas cuantas millas al noroeste de San José. Así como en la mayoría de las comunidades, los residentes de los ranchos continuamente están diseminados sobre un área extensa, donde quiera que existan fuentes de agua permanentes. La baja altura y proximidad relativa a la costa se combinan para crear un clima templado donde se reúnen los bosques de encino, chaparral y pastizales.

Una cantidad limitada de agricultura, en su mayor parte cultivo sin riego junto con algunos cultivos de riego, se ha llevado a cabo desde la primer parte del siglo. Sin embargo, el pastoreo de ganado ha impulsado la economía local, como es evidente por la visible erosión del arroyo principal. Grandes áreas de la superficie adyacentes al arroyo se "deslavaron" durante las tormentas a principios de los ochentas, junto con la presa de tierra que se había construido allí. Se pueden observar sólo unos cuantos sauces, alisos o robles semilleros, posiblemente debido al ganado hambriento, y aquellos árboles que aún permanecen en pie son casi todos árboles más viejos. La erosión también se ha incrementado debido al desmonte de matorral nativo de grandes áreas de terreno para sembrado.

Las plantas de humedales tales como el sauce, el saucillo y junco son especialmente importantes para esta comunidad, puesto que constituyen la materia prima de la cual los artesanos producen una variedad de formas de elegante cestería. La creciente demanda de las cestas Kumiai se ha convertido en una de las mayores fuerzas de la economía local, un gran porcentaje de los residentes locales dependen actualmente en
algún grado del ingreso generado por esta actividad tradicional.

Desafortunadamente los cambios en los arroyos principales han afectado esta industria casera emergente.

La artesana Gloria Castañe da seña la que los materiales necesarios para elaborar canastas se vuelven más difícil de adquirir: "Tenemos que ir cada vez más lejos para encontrar nuestros materiales". Afortunadamente, a través de una colaboración con la comunidad Kumeyaay de Campo, California y el Instituto CUNA, se lleva a cabo actualmente un proyecto de restauración de humedales en el arroyo principal, siendo una de sus metas el restablecimiento de plantas para cestería.

La infraestructura de agua existente en la comunidad es el resultado de varios proyectos diferentes los cuales se han llevado a cabo a través de los añ os, mucho de ellos nunca se terminaron. Los análisis de calidad de agua llevadas a cabo en cinco diferentes comunidades indígenas en 1996 encontraron el pozo de agua en el patio de la escuela de San José ser el más contaminado de todas las muestras tomadas. Esto puede indicar la cercanía de áreas sépticas cercanas o residuo de estiércol de ganado filtrado en la capa freática, así como la falta de una cubierta de pozo sellada. El valle de San José parece tener un gran potencial agrícola, sin embargo no se han reportado los niveles y cantidades de agua subterránea.


SAN ANTONIO NECUA/CAÑON DE LOS ENCINOS
Entrevistados: Bernabé Meza, Agustín Domínguez, Ángel Domínguez, Javier Ceseña


Alojado en un rincón del noreste del Valle de Guadalupe, esta comunidad se extiende en las afueras de la región principal productora de vino en México y en la base de una serie de cadenas montaños as, incluyendo la prominente Sierra Blanca, la cual suministra una importante fuente de agua para la comunidad. El poblado original de San Antonio Necua en la base de la montaña y otros poblados tradicionales tales como Jamatay y m'pchuus fueron lentamente abandonados cuando los residentes se mudaron abajo al Cañ ó n de los Encinos al borde del amplio Valle de Guadalupe para estar más cerca de oportunidades de empleo. Necua es la única comunidad indígena de Baja California que disfruta de los beneficios de sistemas de agua, electricidad y otros servicios.

Aunque a menudo los caminos de tierra son intransitables durante la temporada de lluvia, la mayor parte del año Necua es la más accesible de todas las comunidades. La infraestructura principal de agua de Necua consiste de varios kilómetros de tubería en mal estado partiendo de los manantiales hacia un par de tanques de almacenamiento de agua justo arriba de la comunidad. De aquí, se suministra agua por gravedad a los residentes. Muchos se quejaron de escasez de agua durante las temporadas más secas del año. Ya que el sistema de agua potable de la comunidad y el sistema de irrigación dependen actualmente del mismo origen, las grandes cantidades requeridas para el cultivo de alfalfa tienden a agotar el sistema.

La ubicación de la comunidad cerca de un cauce de agua, el Río Guadalupe aporta muy pocos beneficios a la comunidad, puesto que la ciudad de Ensenada mantiene una serie de pozos en las inmediaciones las cuales desplazan grandes cantidades de agua para uso municipal. Las vinícolas locales también usan grandes cantidades de agua para riego, con el resultante de que el arroyo está seco ahora la mayor parte del añ o, aunque no se han hecho estudios para medir los efectos combinados de este bombeo a gran escala.

El pastoreo de ganado juega un importante papel económico en la comunidad, donde los animales son mantenidos tanto en áreas confinadas como sueltos. El impacto de este pastoreo no se conoce, sin embargo, puede observarse fácilmente en la mayoría de las comunidades la evidencia de erosión acelerada en las áreas de intenso pastoreo.

Un residente expresó preocupación sobre el número reducido de venados, mencionando como la causa la caza furtiva ilegal. Como en otras comunidades, los residentes locales desearían poder monitorear sus propios recursos de fauna, protegiéndolos de cazadores ilegales, siguiendo la pista del número y movimiento de los animales, otorgando permisos y sirviendo como guías si se llevara a cabo la caza.


LA HUERTA
Entrevistados: Teodora Cuero, Ofelia Muñoz


La comunidad Kumiai más al sur, situada en el borde este del gran Valle de Ojos Negros y en la base de Sierra Juárez, la tierra fértil y manantiales abundantes de esta comunidad le dan un magnífico potencial agrícola, tal y como su nombre La Huerta, lo sugiere. En el pasado, cuando los grupos indígenas eran ambulantes, el lugar de La Huerta representó un campamento importante en la migración anual de la costa a las montañas.

Muchos Huerteños también recuerdan la tradición de intercambio cultural y económico con los Cucapá quienes vinieron desde la región delta del Río Colorado cada verano, creando un enlace con otros grupos de la región del Río Colorado y más allá.

Actualmente existen varios pequeñ os huertos familiares, sin embargo las estrategias de subsistencia de la mayoría de los residentes estriban en la cría de ganado o trabajando como peones por día en ranchos vecinos o en los campos agrícolas del Valle de Ojos Negros. Algunos residentes también recogen recursos naturales locales tales como hierbas, jojoba, y semillas de flor silvestre para su venta a intermediarios mexicanos o de E.U.

Así como en otras comunidades indígenas, muchos de los alimentos tradicionales tales como piñones y bellotas se han vuelto inaccesibles en su mayor parte para los Huerteños , desde que las áreas de recolección tradicionales se han convertido en propiedad de ejidos vecinos, y aún cuando los ejidatarios otorguen permiso para recolectar, las regulaciones gubernamentales hacen prácticamente imposible para los indígenas rurales el adquirir los permisos necesarios para recolectar legalmente. Aunque la comunidad tiene varios manantiales y una fuente de agua importante (El Río Barbón), los sistemas de distribución de agua para uso doméstico e irrigación son inadecuados y la pobre calidad del agua representa un problema persistente. La infraestructura de agua existente (tuberías, pozos de recolección) necesita gravemente reparaciones y necesita expandirse para suplir las necesidades de la creciente comunidad.

Los residentes reportan una situación que empeora, con agua visiblemente "llena de tierra". Esta misma agua es usada actualmente para beber y para riego. Un proyecto sin terminar de un Club Rotario "vivero de peces" también ha afectado la situación del agua, y la viabilidad general del proyecto aún está por verse.

La erosión ha afectado muchas partes de la comunidad, posiblemente debido al intenso pastoreo tanto dentro de la comunidad como río arriba en la misma cuenca hidrológica.

La tala de pinos y otras actividades río arriba en la cuenca hidrológica pueden ser también factores. Partes de la base de tierras de la Huerta son amenazadas de invasión de parte de ejidos vecinos, especialmente un sitio sagrado incluyendo
aguas termales.


SANTA CATARINA
Entrevistados: Armando González, Benito Peralta, Eufemio Sandoval (D.E.P.)


El núcleo de esta comunidad se centra alrededor de la antigua misión Dominica de Santa Catarina, con contorno de ranchos concentrados en la parte oeste de las 67 mil hectáreas de altas planicies, terrenos desérticos y montañ osos que pertenecen a los Paipai. Primero se formó la comunidad como un poblado permanente en 1797 cuando la orden Dominica estableció una misión en una pequeña loma dominando un amplio valle cerca de un arroyo permanente. Los Dominicos intentaron colocar miembros de los grupos Kumiai del sur y Paipai en un asentamiento permanente basado en una economía de agricultura y ganado. Aunque el sistema de la misión falló y la misión de Santa Catalina fue destruida en 1840 por una alianza de grupos indígenas, la agricultura y el ganado continúan siendo una parte importante de la estrategia de subsistencia de los Paipai junto con trabajo de salario y la utilización de recursos naturales.

Tras la destrucción de la misión, la comunidad se mudó varios kilómetros río abajo de San Miguel, donde una extensa y fértil planicie suministraría unas excelentes tierras de labranza hasta alrededor de medianos de este siglo. En ese entonces, "las inundaciones deslavaron la capa de tierra, la planicie se cubrió con arena, y el agua se fue bajo tierra" (Benito Peralta). La comunidad se mudó de nuevo al área alrededor del sitio de la antigua misión donde ha permanecido hasta el presente. Sin embargo, un número limitado de cultivos todavía se siembran en el área de San Miguel. Muchos ranchos permanentes o temporales también se encuentran alrededor de otros arroyos permanentes o manantiales a través del territorio Paipai.

La ganadería ha sido por mucho tiempo una importante actividad económica para los Paipai, especialmente desde que la gran cantidad de territorio y su división en altitudes más altas y bajas convenientemente permite el pastoreo en invierno y verano. La agricultura en su mayor parte ha sido llevada por ranchos o parcelas familiares individuales, así como intentos esporádicos de proyectos a gran escala en San Miguel y en la amplia planicie adyacente al sitio de la misión. El cambio de uso de suelo y la eliminación de vegetación natural en este úl timo sitio ha ocasionado la erosión acelerada en el arroyo principal de la comunidad, donde se ha perdido mucha vegetación y mantillo de tierra, el lecho del arroyo se ha profundizado y el arroyo se llenó de arena.

Otros ejemplos de erosión de la tierra también fueron mencionados por residentes. "Ahora en día, cuando llueve fuerte se abren grandes grietas en el suelo. Antes eso no solía suceder". El impacto de pastoreo necesita ser cuidadosamente estudiado, puesto que mucha de la erosión en la comunidad sigue un patrón típico de degradación ambiental provocada por sobre pastoreo. Los ancianos también han comentado sobre el cambio de clima a largo plazo. "Las lluvias de invierno llegaban en octubre, ahora quizá no lleguen hasta diciembre. El calor de verano parece quemar más, hemos visto plantas como la manzanita secarse por el calor. Muchas de las frutas silvestres no producen como antes" (Benito Peralta).

Un número creciente de artesanos en la comunidad generan una importante cantidad de ingreso a través de la elaboración de cerámica de tradición Yumana utilizando la paleta y el yunque.

Recogen barro de depósitos específicos, usualmente de ubicaciones asociadas con familias específicas. Actualmente el barro se recoge a mano en cantidades relativamente pequeñas.

El manejo de recursos naturales es un tema crítico para los Paipai. El acceso a recursos como la palmilla (Yucca schidigera), la guata, y el piñón dependen de la habilidad de los Paipai para pagar permisos caros, especialmente cuando se requiere un estudio de impacto ambiental con costo de 10 a 20 mil dól ares.

El manejo de técnicas tradicionales a menudo mitiga el impacto en los recursos, sin embargo la utilización cambia de consumo personal a la comercialización, se necesitan estudios para determinar el impacto expandido de producción a gran escala.


SAN ISIDORO
Entrevistado: Gertrudis Álvarez


La más pequeña de las comunidades Paipai hablando en términos de población y base de terreno, San Isidoro se extiende del borde oeste del Valle de la Trinidad debajo de la cuenca hidrológi ca del Río San Antonio hacia las tierras bajas costeras. Muchos de los miembros de la comunidad de San Isidoro viven fuera de sus límites en el área de Los Pocitos (un manantial de aguas termales natural) o en el Valle de la Trinidad, puesto que "no hay trabajo dentro de la comunidad."

Algunos Paipai han vendido sus derechos de tierra a noindígenas, resultando en cambios demográficos y un futuro incierto.

No se han llevado a cabo análisis de agua en esta comunidad, así que los puntos de la calidad y cantidad del agua no se pueden determinar. Puesto que la comunidad ha tenido muy pocos residentes y solo mínimos proyectos agrícolas y de ganado, el impacto ambiental ha sido mínimo. Hay varias áreas con amplias planicies y suficiente agua para desarrollo agrícola, sin embargo, no se han llevado a cabo proyectos importantes debido a la falta de capital y asesoría técnica.

San Isidoro tiene una variedad de ecozonas dentro de su territorio y consecuentemente una diversidad de recursos naturales. Actualmente miembros de la comunidad están solicitando permisos para explotar la palmilla (Yucca Schidigera).

EJIDO TRIBU KILIWAS
Entrevistados: Cruz Ochurte (D.E.P.), Ricardo Albañez


La comunidad indígena más al sur de la península, la comunidad Kiliwa está ubicada en la base de la Sierra San Pedro Mártir al este del Valle de la Trinidad. El territorio Kiliwa se extiende hacia abajo de la región baja desértica donde se cruza con la Carretera 3 de México. La mayoría de los Kiliwa viven alrededor del Arroyo León o en ranchos alejados, aunque algunos también viven cerca en el Valle de la Trinidad donde hay más oportunidades de trabajo así como agua, electricidad y otros servicios.

La supervivencia de los Kiliwa requiere estrategias de subsistencia diversas, incluyendo aspectos tales como la agricultura a pequeña escala (la mayoría en ranchos individuales) la cría de ganado, la cosecha de palmilla y semilla de jojoba, la recolección de miel, producción de artesanía así como de trabajo asalariado en ranchos de ganado vecinos o en los campos del Valle de la Trinidad.

No se han llevado a cabo pruebas de calidad y cantidad de agua en esta comunidad, así que no es posible determinar los problemas ambientales relacionados con el agua. Como el grupo indígena más pequeño que queda en Baja California, la supervivencia de los Kiliwa es un tema serio para la biodiversidad de la región, puesto que su población y su conocimiento tradicional con relación a los usos de los abundantes recursos naturales son el resultado de miles de años de adaptación a los ambientes locales específicos. La desintegración de la comunidad como resultante de la falta de oportunidades económicas dentro de la comunidad convierten la necesidad de alternativas para un desarrollo económico sostenible todavía más urgente.


EL MAYOR CUCAPÁ
Entrevistado: Víctor Navarro


Los Cucapá originalmente ocuparon buena parte del bajo delta del Río Colorado y las áreas desérticas circundantes. Hoy los Cucapá viven principalmente en el poblado de El Mayor Cucapá, mientras que sus familiares los Cocopah viven principalmente en Somerton, Arizona. El Mayor está ubicado en la Carretera 5 mexicana alrededor de 56 kilómetros al sur de Mexicali. La base de tierra Cucapá es la más extensa de todas las comunidades indígenas de Baja California, sin embargo mucha de ella es desierto árido sin potencial para actividades de agricultura o ganadería. Una gran parte de estas tierras es el lecho usualmente seco de la Laguna Salada, la cual se ha visto afectada grandemente por las fluctuaciones de calidad y cantidad de agua fluyendo del Río Colorado.

En los años cuando se libera río arriba suficiente agua, se llena el lago y los Cucapá pueden practicar sus actividades de pesca tradicional. Sin embargo los contaminantes ya sea del río mismo o de desecho tóx ico arrojado dentro de la cuenca hidrológica han afectado a los peces, también el estancamiento causado cuando el agua fresca ya no fluye hacia el lago, todo esto en ocasiones ha provocado que mueran enormes cantidades de peces.

La descarga ilegal de desecho tóx ico ha representado un problema debido a la proximidad con Mexicali. Un lugar donde "la tierra estaba quemada y quedó esponjosa" fue descrito por los residentes como la localizada en una parte de la cuenca hidrológica que se alimenta en la Laguna Salada.

Aunque el sitio se reportó a las autoridades, nunca se ha limpiado. Tampoco parece haber un plan para la limpieza de material peligroso que pueda derramarse en tierras Cucapá como resultado de un accidente carretero.

El Mayor tiene servicios de agua y eléctricos básicos, sin embargo, la cantidad y calidad del agua representan serias preocupaciones. Se necesitan llevar a cabo análisis de agua para determinar los puntos de calidad. Actualmente se suministra agua a los hogares en la comunidad, pero las cantidades necesarias para irrigación no son disponibles sin mejoras primordiales a la infraestructura de agua tales como la perforación de pozos, instalación de bombas y sistemas de distribución .

Las actividades económicas incluyen la pesca, la producción de artesanías (principalmente trabajo de cuentas, faldas de corteza y otras artes tradicionales) trabajo asalariado en comunidades vecinas, servicios turísticos y la explotación de recursos naturales tales como arena y piedra.

(Traducido por Moisés Santos Mena)
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1 comment:

Moisés Santos Mena said...

Lamentamos profundamente su fallecimiento. Esperamos redactar una reseña a la brevedad posible...


http://www.el-mexicano.com.mx/nota.aspx?idNota=308225&esSecc=true

Luto en San José de la Zorra

SAN JOSÉ DE LA ZORRA. El manto de estrellas cubrió la noche en la que el espíritu de Gloria Castañeda Silva partió de este mundo, apoyada con los cantos de sus hermanos y hermanas, que viajaron cientos de kilómetros para participar en la ceremonia fúnebre de quien en vida fue una mujer muy respetada y apreciada en la comunidad indígena Kumiai, que falleció a los 61 años de una complicación derivada de la diabetes.
Su alma emprendió el viaje en San José, pueblo que también ha visto nacer y dolorosamente morir, a los pocos nativos que restan.
San José de la Zorra, ubicado en la delegación Francisco Zarco; lejos, un interminable camino de terracería, coloca a esta comunidad nativa bajacaliforniana, entre los municipios de Ensenada y Playas de Rosarito, ya que las mojoneras ancestrales se fueron con la neo civilización.
Gloria, fue una mujer que vivió para promover su cultura, sus cantos sagrados y su lengua, tanto es así que, junto con su hijo Gregorio, en un pequeño salón cercano a la escuela primaria, ofrecía clases de kumiai a los niños y jóvenes de la comunidad, que actualmente está habitada por alrededor de 40 familias.
Gloria además de ser una orgullosa mujer kumiai, esposa y madre de tres hijos, fue promotora de sus ancestrales costumbres, tejedora de canastas; expresaba su cultura de múltiples, sutiles y evidentes maneras.
La noche en que partió, sin importar la lejanía o las variantes del lenguaje que separan al igual que la frontera a los kumiai de California y Arizona, San Antonio Necua de Ensenada y Juntas de Nejí de Tecate, acudieron al último adiós.
Según refiere Gregorio, su hijo, Gloria trabajaba en proyectos un tanto postergados por su padecimiento, entre los que destaca la elaboración de un diccionario kumiai, así como la grabación de un disco de cantos sagrados.
Su partida
Poco faltaba para que el reloj marcara las nueve de la noche. Los cantores provenientes de San Antonio Necua, elevaron su sagrado canto frente al ataúd que guardaba los restos, adornado con múltiples coronas, envueltos en una bruma densa de salvia y olor dulce, de cera quemada de las veladoras de la Virgen de Guadalupe.
No hubo lágrimas y en los rostros desencajados de mujeres y hombres, había la esperanza de la pronta resignación. Los cadenciosos sonidos de los bules de los cuatro cantores, rompieron el silencio por poco más de una hora.
Afuera dos fogatas. Dentro, una intensa luz blanca lastimaba las pupilas, se reflejaba en el piso y encerraba los recuerdos gratos de una mujer que dejó huella y que nunca perdió la fe de poder rescatar su cultura.
loria Montes Castañeda, hija, no ocultaba en su rostro el dolor de la pérdida y pese a ello explicó algunos detalles del ritual, ya que de las paredes, colgaban prendas de la fallecida, pañoletas y telas.
La tradición, según expresó, señala que las prendas se colocan para recordarle de qué estaba rodeada, mismas que luego se colocaron sobre el ataúd y se regalaron a quienes hayan acudido y no eran familiares.
Las telas que cubrían ventanas y paredes, tenían estampados de lobos e indios, así como multicolores florales, similares a las faldas que las mujeres acostumbran y vestían mientras bailaban al son de los bules. La noche del pasado jueves 12 de junio, las fronteras se rompieron, los cantos a la naturaleza o al creador se mezclaron. En punto de las doce, cuando la noche concluye y el día comienza a asomarse, las voces se unieron aún más y los danzantes rodearon el ataúd.
Los kumiai creen que la danza y el canto ayudan al espíritu a cruzar al otro lado, lo acompañan en su viaje. Pronto, los nativos fuera y dentro del lugar, se agruparon y estremecieron con los cadenciosos sonidos de los bules, los cantos inundaron el silencio de una comunidad sumida en el luto.
Los cantos siguieron toda la noche, como se acostumbra, para después finiquitar la ceremonia con el alba, llevar el cuerpo al panteón y cerrar la ceremonia al regalar las prendas del fallecido.


Moisés Santos Mena.
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